Si estando embarazada hubiera
recibido un quetzal por cada persona que me dijo: “Aprovecha a dormir porque no
vas a dormir igual NUNCA MAS”…me hubiera alcanzado para comprarme una cena en
mi restaurante favorito. Lo oyes tantas veces que te vas
mentalizando que no dormirás, que es parte de ese regalo que esperas con tanta emoción. Pero... cuando ya lo tienes en brazos la
realidad es otra. (Puede ser que para algunas madres no sea tan terrible y sus bebés
duerman como dicen los libros: dos horas y se despierten a comer y se vuelvan a
dormir dos horas y así pasen todo el día)
MI historia es diferente…tal vez
de identifiques con ella… tal vez no. Pero yo hubiera querido que alguna de las mamás a las que le conté como dormía mi
bebé me hubiera dicho: ¡Ahhh… mi bebé era igual!
Al regresar del hospital, no cabe
duda que la mamá primeriza regresa con una emoción indescriptible, pero con mil
miedos encima (aparte del desgraciado dolor que provoca la cesárea). Yo tenía
cero, cero experiencia con bebés, soy la
última de mis hermanos y mis sobrinos crecieron lejos de mí. Los primeros días mi beba dormía bastante. Comía
y generalmente se volvía a dormir, pero al pasar los días, le costaba cada vez más
conciliar el sueño. Se le arrullaba por
lo menos por veinte minutos, y al colocarla en la cuna: wuaaaaaa se despertaba.
Varias veces la logré dormir sobre mi
pecho o se quedaba dormida al terminar de comer. Pero a medida que pasaban las semanas veía como
cada vez más ella misma luchaba y luchaba por no querer dormir.
Al mes de nacida, tomaba 3
siestas de 30 minutos cada una. ¡30 minutos exactos, ni un minuto más ni un
minuto menos! Y ni les cuento lo que costaba que conciliara el sueño para cada siesta. ¡Era una misión imposible!
Lo peor era escuchar a la gente decir: “Eso
no es normal”, “que poquito duerme”. No
me puedo quejar de como era su ciclo de sueño por la noche, aunque a veces nos
tomaba una hora dormirla, lograba dormir ocho horas seguidas a partir de los
dos meses. Mi lógica me decía que si pasaba peleando con el sueño durante todo
el día, en la noche finalmente la vencía.
Y de repente: ¡¡¡BAM!!!! A los 6
meses empezó a despertarse por la noche como cuando era recién nacida, con la diferencia que
no era por hambre, simplemente no se podía volver a dormir. A los 6 meses
tomaba 2 siestas de 30 minutos (batalladas también) y las noches muy cansadas
con 3 o a veces hasta 4 despertares.
Nunca la dejamos llorar, no somos
partidarios de ese tipo de crianza, atendíamos cada llanto y tratábamos de
ayudarla a que se volviera a dormir. Pero debo confesar que era cansado, muy
cansado. Han pasado dos años, y por fin su ciclo de sueño se ha consolidado. Duerme una siesta de 2 horas al día, y duerme
finalmente toda la noche de un tirón.
Hace poco leí sobre los bebés de
alta demanda: “Bebés que no quieren perderse de nada, que para
ellos dormir es perder el tiempo” ¡Y
entonces me hizo click! Mi nena cae en
esta categoría, desde que nació mostró un hambre por aprender, por estar alerta
y muy observadora. Actualmente, es una nena inteligente y de aprendizaje rápido.
Hubiera querido leer sobre esto
antes, cuando era bebé, cuando muchas veces me preguntaba qué estaba haciendo
mal, cuando me preguntaba por qué mi bebé era diferente al resto. Eso de que los
bebés tienen que aprender a dormir es FALSO, es como pedir que en el primer año
de edad tienen que aprender a hablar perfectamente: ¡ES BIOLÓGICAMENTE
IMPOSIBLE! El sueño se va consolidando con forme maduran y crecen.
Hoy mi mensaje es: aunque es cansado, las ojeras nos delatan, somos zombies durante el día, debemos recordar que es transitorio… la cercanía, el atender su llanto, decirles “aquí estoy”, la comprensión y la paciencia que les tengamos les quedarán grabados en su corazón para siempre.
Hoy mi mensaje es: aunque es cansado, las ojeras nos delatan, somos zombies durante el día, debemos recordar que es transitorio… la cercanía, el atender su llanto, decirles “aquí estoy”, la comprensión y la paciencia que les tengamos les quedarán grabados en su corazón para siempre.